Tras mucho pensar, decidir, leer, buscar... Por fin cumplo uno de mis propósitos. Cada vez que comienza un nuevo año pensamos una lista de cosas que nos gustaría cumplir a lo largo 365 días, como ir al gimnasio, empezar una dieta o dejar de fumar...
Si es cierto que no me propongo muchos objetivos y si lo hago, cada nuevo año acaba dándome una oportunidad para mejorar porque nunca consigo cumplirlos. Hoy mismo, a cuatro meses de haber comenzado el nuevo año, cumplo mi propósito: abrir un blog. Nunca es tarde si la dicha es buena. ¿No?
Se que antes de dar los primeros pasos en la red ya tengo seguidores esperándome (gracias a mi primo Rubén por insistir y esperarme). Solo espero que en el futuro, haya al menos una sola persona que se sienta identificada conmigo y que no forme parte de mi lista de contactos de facebook o twitter, porque eso significará que he conseguido llegar un poquito más lejos de lo que esperaba.
Hace unos días que fue mi cumpleaños y he creído que ésta sería una buena fecha para comenzar. Cumplir años es un buen momento para reflexionar. Marcar la diferencia entre tu yo de ayer y tu yo de mañana.
Si es cierto que no me propongo muchos objetivos y si lo hago, cada nuevo año acaba dándome una oportunidad para mejorar porque nunca consigo cumplirlos. Hoy mismo, a cuatro meses de haber comenzado el nuevo año, cumplo mi propósito: abrir un blog. Nunca es tarde si la dicha es buena. ¿No?
Se que antes de dar los primeros pasos en la red ya tengo seguidores esperándome (gracias a mi primo Rubén por insistir y esperarme). Solo espero que en el futuro, haya al menos una sola persona que se sienta identificada conmigo y que no forme parte de mi lista de contactos de facebook o twitter, porque eso significará que he conseguido llegar un poquito más lejos de lo que esperaba.
Hace unos días que fue mi cumpleaños y he creído que ésta sería una buena fecha para comenzar. Cumplir años es un buen momento para reflexionar. Marcar la diferencia entre tu yo de ayer y tu yo de mañana.
“En el mismo momento en que naces, empiezas a morir”
No se cuando leí esta frase ni recuerdo donde, pero razón no le falta. Hace 23 años que nací y empecé a morir. He de decir que odio los números impares y sin embargo quise conocer este mundo un 29/03/1991. Era Viernes Santo. Nací entre procesiones y torrijas. (Ahora entiendo mi amor por los dulces).
Hace más de un año que terminé la universidad. Amigos, no dejéis nunca de estudiar. Todavía recuerdo cuando comencé el colegio. Posteriormente el instituto (del que piensas que nunca vas a salir), odias madrugar, creías que te mataban a trabajos y los exámenes eran los más difíciles del mundo. Y tras un duro y último curso te presentas en la universidad, no sin antes haber tomado una de las decisiones más importantes y complicadas de tu vida: elegir lo que en un futuro será el trabajo (¿trabajo, qué trabajo?) que te dará de comer.
Acabé la carrera con 22 años y ahí fue cuando la responsabilidad (y la edad) empezó a pesar un poquito más en mi. Tienes que elegir entre seguir estudiando (opción relativamente buena) o conseguir un trabajo (opción buena o mala, según como lo mires). En ese momento, tal y como están las cosas (y no voy a ponerme a hablar de crisis) te conviertes en una Ni-Ni. Y no solo crece la responsabilidad. Crecer es sinónimo de mayores problemas, toma de decisiones y mayor independencia, en todos los sentidos.
En ese mismo momento es cuando decides comprar una máquina del tiempo y volver a quejarte de que tienes que estudiar 6 temas de geografía para el martes y que justo coincide con el examen de matemáticas.
Solo hay que disfrutar la vida y sus etapas y no adelantarnos a querer ser lo que un día seremos. El tiempo es nuestro mayor enemigo y nuestro mejor aliado.
Confío en la adicción de este mundo donde espero descubrir pequeños rincones y personas y, por supuesto, me ayude a crecer como persona y como periodista que soy.
Juntos juntaremos letras.
Hace más de un año que terminé la universidad. Amigos, no dejéis nunca de estudiar. Todavía recuerdo cuando comencé el colegio. Posteriormente el instituto (del que piensas que nunca vas a salir), odias madrugar, creías que te mataban a trabajos y los exámenes eran los más difíciles del mundo. Y tras un duro y último curso te presentas en la universidad, no sin antes haber tomado una de las decisiones más importantes y complicadas de tu vida: elegir lo que en un futuro será el trabajo (¿trabajo, qué trabajo?) que te dará de comer.
Acabé la carrera con 22 años y ahí fue cuando la responsabilidad (y la edad) empezó a pesar un poquito más en mi. Tienes que elegir entre seguir estudiando (opción relativamente buena) o conseguir un trabajo (opción buena o mala, según como lo mires). En ese momento, tal y como están las cosas (y no voy a ponerme a hablar de crisis) te conviertes en una Ni-Ni. Y no solo crece la responsabilidad. Crecer es sinónimo de mayores problemas, toma de decisiones y mayor independencia, en todos los sentidos.
En ese mismo momento es cuando decides comprar una máquina del tiempo y volver a quejarte de que tienes que estudiar 6 temas de geografía para el martes y que justo coincide con el examen de matemáticas.
Solo hay que disfrutar la vida y sus etapas y no adelantarnos a querer ser lo que un día seremos. El tiempo es nuestro mayor enemigo y nuestro mejor aliado.
Confío en la adicción de este mundo donde espero descubrir pequeños rincones y personas y, por supuesto, me ayude a crecer como persona y como periodista que soy.
Juntos juntaremos letras.